domingo, marzo 02, 2008

Anoche me dormí temprano…

Porque preferí anestesiar mis deseos, antes que pasar la agonía de la noche sin tus suspiros, sin tu ardiente piel… sin el fuego de tu cadera rodeada por mis brazos…

Me dormí temprano, porque despierto es imposible, porque en vela sólo vivo la frustración de abrazar el aire, de saberte ausente, de saber que kilómetros de deseo hay entre tú y yo…

Me dormí temprano y a petición tuya te encontré en mis sueños…

Saboree tu boca , calmé el ansia de tenerte, de tocarte, de sentirte...

Me dejé hundir en tí... me ahogué en tu fragancia, nadé a contracorriente sobre tus piernas y besé milímetro a milímetro los litorales de placer en el ecuador de tu cuerpo. Te ví intempestiva y briosa, escuché cómo la tormenta de tu respiración me atacaba por espasmos, mientras el huracán de tus manos sobre mi cabello parecía querer conservar una prueba de nuestro encuentro… dejar estragos en mi espalada… contaminar mutuamente nuestros labios…

Me dormí temprano…

Desperté contigo aún jadeante en mi mente…

Mientras el agua de la ducha matutina marca el final de nuestro encuentro, veo en la somnolencia con los ojos aún cerrados tu sonrisa cómplice, veo cómo desaparece centímetro a centímetro tu cremosa piel y me entretengo lascivamente observando la delicadeza con que las sábanas envuelven nuevamente de misterio cada rincón de ti…

Me preguntas con sonrisa cómplice si nos veremos pronto…

No me queda más respuesta, que decirte “No volveré a desvelarme”…