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Todo pasó en un momento...

Mis dedos teclean de manera delicada ésta entrada, como queriendo transmitir desde ese punto el sentir y la atmósfera que lo rodea y rodearon toda ésta semana...

Al final nos quedamos tu y yo, solos de nuevo. Cerramos el baúl y ésta semana lo vimos inerte en una esquina de las cuatro paredes que conforman mi dormitorio... Nos quedamos horas y horas pensando en su contenido y tratamos por mucho tiempo de encontrar ¿Qué hacer con él?

Tomamos un serrucho y lo partimos en pedazos, congelado, por el hielo del odio y la indiferencia, no sangró, ni regó su contenido. Cada una de las secciones tenía un destino previamente seleccionado y así la semana entera fuimos dejando esos fragmentos de vida, empapados de sentimientos en lugares específicos...

Ayer en la noche, nos deshicimos del último, ese que se fué por el inodoro dando vueltas graciosas hasta perderse al unísono del flush...

Después de tirar de la palanca, derramé las últimas lágrimas que olvidé guardar en el baúl... esas últimas tan profundas y cálidas que en algún momento pensé en dejar para mí, pero que ya entrado en exorcismo preferí que se fueran también.

Vacío, así me sentí, así me quedé, hoy queda mucho espacio para volver a llenar, y a pesar de la oportunidad que èsto representa me siento con miedo... con miedo a volver a almacenar basura que después me represente un problema deshacerme de ella...

Frente arriba y adelante, aunque a la deriva... mis pies me llevan, caminamos y entramos en trance por las calles... esas calles en las que ayer dejé fragmentos de ese baúl. Esas calles que algún día significaron algo... Hoy simplemente es muy poco lo que tiene un sentido y significado... incluidos mis sentimientos...